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Benedetti, Mario

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Grandes Poetas Famosos: Mario Benedetti. Parte I (poemas 1-99) A la izquierda del roble No sé si alguna vez les ha pasado a ustedesPero el Jardín Botánico es un parque dormidoEn el que uno puede sentirse árbol o prójimoSiempre y cuando se cumpla un requisito previo.Que la ciudad exista tranquilamente lejos.

Grandes Poetas Famosos: Mario Benedetti. Parte I (poemas 1-99)

El secreto es apoyarse digamos en un troncoY oír a través del aire que admite ruidos muertosCómo en Millán y Reyes galopan los tranvías. No sé si alguna vez les ha pasado a ustedesPero el Jardín Botánico siempre ha tenidoUna agradable propensión a los sueños,A que los insectos suban por las piernasY la melancolía baje por los brazosHasta que uno cierra los puños y la atrapa. Después de todo el secreto es mirar hacia arribaY ver cómo las nubes se disputan las copasY ver cómo los nidos se disputan los pájaros. No sé si alguna vez les ha pasado a ustedesPero es lindísimo imaginar qué dicenSobre todo si él muerde una ramitaY ella deja un zapato sobre el céspedSobre todo si él tiene los huesos tristesY ella quiere sonreír pero no puede.

Arriba. Clas_benedetti. Los Monstruos Qué vergüenza carezco de monstruos interiores no fumo en pipa frente al horizonte en todo caso creo que mis huesos son importantes para mí y mi sombra los sábados de noche me lleno de coraje mi nariz que vergüenza no es como la de Goethe no puedo arrepentirme de mi melancolía y olvido casi siempre que el suicidio es gratuito qué vergüenza me encantan las mujeres sobre todo si son consecuentes y flacas y no confunden sed con paroxismo qué vergüenza dios mío no me gusta Ionesco sin embargo estoy falto de monstruos interiores quisiera prometer como dios manda y vacilar como la gente en prosa qué vergüenza en las tardes qué vergüenza en las tardes más oscuras de invierno me gusta acomodarme en la ventana ver cómo la llovizna corre a mis acreedores y ponerme a esperar o quizás a esperarte tal como si la muerte fuera una falsa alarma.

clas_benedetti

Arte Poética El sur también existe Hagamos un trato. Lento pero viene. Lento pero viene el futuro se acerca despacio pero viene hoy está más allá de las nubes que elige y más allá del trueno y de la tierra firme demorándose viene cual flor desconfiada que vigila al sol sin preguntarle nada iluminando viene las últimas ventanas lento pero viene las últimas ventanas.

Lento pero viene

Historia de vampiros. Era un vampiro que sorbía agua por las noches y por las madrugadas al mediodía y en la cena.

Historia de vampiros

Era abstemio de sangre y por eso el bochorno de los otros vampiros y de las vampiresas. Contra viento y marea se propuso fundar una bandada de vampiros anónimos, hizo campaña bajo la menguante, bajo la llena y la creciente sus modestas pancartas proclamaban, vampiros beban agua la sangre trae cáncer. Es claro los quirópteros reunidos en su ágora de sombras opinaron que eso era inaudito, aquel loco aquel alucinado podía convencer a los vampiros flojos, esos que liban boldo tras la sangre. De modo que una noche con nubes de tormenta, cinco vampiros fuertes sedientos de hematíes, plaquetas, leucocitos, rodearon al chiflado, al insurrecto, y acabaron con él y su imprudencia. Desde esa noche que fue histórica ni los vampiros, ni las vampiresas, chupan más sangre, resolvieron por unanimidad pasarse al agua.

Como suele ocurrir en estos casos el singular vampiro anónimo es venerado como un mártir. Cuando éramos niños. Ayer. El Otro Yo - Mario Benedetti. [Cuento.

El Otro Yo - Mario Benedetti

Texto completo.] Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo. El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo. Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar.

Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió a la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. A imagen y semejanza - Mario Benedetti. [Cuento.

A imagen y semejanza - Mario Benedetti

Texto completo.] Era la última hormiga de la caravana, y no pudo seguir la ruta de sus compañeras. Un terrón de azúcar había resbalado desde lo alto, quebrándose en varios terroncitos. Uno de éstos le interceptaba el paso. Corazonada - Mario Benedetti. Apreté dos veces el timbre y en seguida supe que me iba a quedar.

Corazonada - Mario Benedetti

Heredé de mi padre, que en paz descanse, estas corazonadas. La puerta tenía un gran barrote de bronce y pensé que iba a ser bravo sacarle lustre. Después abrieron y me atendió la ex, la que se iba. Tenía cara de caballo y cofia y delantal. "Vengo por el aviso", dije. Después vino la señora, impresionante. La guardé en el mismo sobre que la foto y el treinta me fui a una pensión decente y barata de la calle Washington. Como ésta era la primera cosa amable que oía de mis labios se conmovió bastante, lo suficiente para meter la pata. Después de esa compadrada siguió viniendo y con él llegaban flores, caramelos, revistas. En realidad, todo esto me vino a la memoria, porque ayer me encontré en la tienda con la Vieja.