Su 144° gol para el Atlético probablemente nunca será olvidado por Antoine Griezmann, ciento cuarenta y cuatro en 298 partidos. El destino decidió no hacerlo. Fue absolutamente una libertad para él que algo llegara a brotar de su cerebro. Un problema para esa engorrosa cláusula de minutos. También había estado persiguiendo su propia catarsis en el Metropolitano durante más de un año. Cabalgó hacia su redención desde el minuto 60.
No está en mis manos. Gracias a Dios por estar aquí. Mis hijos están contentos, por supuesto que me gustaría más, pero en realidad lo daré todo en los minutos que tengo. Estoy muy contento, lo único que quiero es aprender aquí y darlo todo por el club, por el mestizo y con la afición», anunció el bateador francés, todavía con la marca caliente del abrazo de Joao Félix, que se zambulló constantemente desde el banquillo para correr a abrazarlo. Al igual que Hermoso, también soltó con ese blanco en la mano que podría haber resuelto el juego con un empate áspero.
El francés marca tres goles en 138 minutos y es el máximo goleador del equipo junto a Álvaro Morata. Y, a pesar de esa incómoda cláusula que lo acompaña. A pesar de esa losa de la que mucha gente ya habla abiertamente. Alguien también. «Podemos ver la realidad y a Antoine le va muy bien en 30 minutos. En 62 minutos no lo sabemos.. Voy por las realidades», metió en el plantel el técnico argentino, empujón impulsor y defensor de la vida del delantero francés.
DE DO DRAGAO PARA EL METROPOLITANO
La verdad es que Griezmann no está nada mal con Porto. Durante diciembre del año pasado, cuando el Atlético estaba en juego para su futuro en la Liga de Campeones, asistió y marcó en Portugal. Antoine recordó las similitudes entre los dos goles. «La esquina en esa jugada anterior y aquí hasta el último segundo todo puede pasar y hemos repetido el gol de la temporada de Porto. El mérito de marcar el gol de la victoria siempre es bueno, pero me quedo con los tres puntos y lo mantengo así», evaluó mentalmente, aún inmerso en la inspiración del momento. Un año antes, contra el mismo rival, el chico se estrenó con silbatos a su regreso.
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