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Casa tomada - Julio Cortázar

Casa tomada - Julio Cortázar
Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia. Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las últimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos al mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y cómo nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegábamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos. Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia. -¿Estás seguro?

El milagro secreto - Jorge Luis Borges Y Dios lo hizo morir durante cien años y luego lo animó y le dijo: -¿Cuánto tiempo has estado aquí? -Un día o parte de un día, respondió. Alcorán, II, 261. La noche del catorce de marzo de 1939, en un departamento de la Zeltnergasse de Praga, Jaromir Hladík, autor de la inconclusa tragedia Los enemigos, de una Vindicación de la eternidad y de un examen de las indirectas fuentes judías de Jakob Boehme, soñó con un largo ajedrez. No lo disputaban dos individuos sino dos familias ilustres; la partida había sido entablada hace muchos siglos; nadie era capaz de nombrar el olvidado premio, pero se murmuraba que era enorme y quizá infinito; las piezas y el tablero estaban en una torre secreta; Jaromir (en el sueño) era el primogénito de una de las familias hostiles; en los relojes resonaba la hora de la impostergable jugada; el soñador corría por las arenas de un desierto lluvioso y no lograba recordar las figuras ni las leyes del ajedrez. El primer sentimiento de Hladík fue de mero terror.

Axolotl - Julio Cortázar Hubo un tiempo en que yo pensaba mucho en los axolotl. Iba a verlos al acuario del Jardín des Plantes y me quedaba horas mirándolos, observando su inmovilidad, sus oscuros movimientos. Ahora soy un axolotl. El azar me llevó hasta ellos una mañana de primavera en que París abría su cola de pavo real después de la lenta invernada. En la biblioteca Saint-Geneviève consulté un diccionario y supe que los axolotl son formas larvales, provistas de branquias, de una especie de batracios del género amblistoma. No quise consultar obras especializadas, pero volví al día siguiente al Jardin des Plantes. Fue su quietud la que me hizo inclinarme fascinado la primera vez que vi a los axolotl. Y sin embargo estaban cerca. Parecía fácil, casi obvio, caer en la mitología. Les temía. Ahora sé que no hubo nada de extraño, que eso tenía que ocurrir. Sólo una cosa era extraña: seguir pensando como antes, saber. Él volvió muchas veces, pero viene menos ahora.

Poesía fuera del tiempo: Campos de ciudad, de Marcela Saldaño « poesiaycritica por Francisco Martinovich S.* Antes de sumergirse en la escritura que compone Campos de ciudad (Ediciones Corriente Alterna, 2012) de Marcela Saldaño, llamarán la atención del lector muchos elementos que rodean la escritura de este libro, seduciendo al ojo y abriendo el interés del lector por lo que a primera vista se muestra como una finísima producción visual. Otro elemento importantísimo que aparece previo a la lectura, es el texto incluido en la solapa del libro, en donde se contrastan el abultado recorrido y trabajo literario de la autora, con el hito editorial que representa este trabajo: el primer libro de Marcela Saldaño se ofrece al público luego de permanecer oculto por diez años. Al recorrer las páginas de este libro, sorprende la soltura con la que se desenvuelven las palabras fuera del tiempo. Existe una voz, claro, pero esta misma reconoce la incertidumbre de su existencia en el horizonte textual, en que convergen certezas y negaciones. Marcela Saldaño Campos de ciudad

Carta a una señorita en París - Julio Cortázar Andrée, yo no quería venirme a vivir a su departamento de la calle Suipacha. No tanto por los conejitos, más bien porque me duele ingresar en un orden cerrado, construido ya hasta en las más finas mallas del aire, esas que en su casa preservan la música de la lavanda, el aletear de un cisne con polvos, el juego del violín y la viola en el cuarteto de Rará. Me es amargo entrar en un ámbito donde alguien que vive bellamente lo ha dispuesto todo como una reiteración visible de su alma, aquí los libros (de un lado en español, del otro en francés e inglés), allí los almohadones verdes, en este preciso sitio de la mesita el cenicero de cristal que parece el corte de una pompa de jabón, y siempre un perfume, un sonido, un crecer de plantas, una fotografía del amigo muerto, ritual de bandejas con té y tenacillas de azúcar... Ah, querida Andrée, qué difícil oponerse, aun aceptándolo con entera sumisión del propio ser, al orden minucioso que una mujer instaura en su liviana residencia.

WAKAN - Literatura (El Monte Análogo, René Daumal) Escritor francés nacido el 16 de marzo de 1908, y muerto en París, de tuberculosis, en 1944. Dos intentos de suicidio en la adolescencia. Experimento con opio y otras drogas. (Abajo a la izquierda pocos días antes de su muerte). Fascinación por el esoterismo y misticismo. A los 19 años, en 1927, funda con unos amigos la revista El Gran Juego, dedicada fundamentalmente a la poesía, entendida como uno de los nombres de una sabiduría ancestral, a veces olvidada, a veces recuperada. Amigo y confidente de Dalí. En 1930 se casó con Vera Milanova, viuda del poeta Hendrik Kramer. En 1932 viaje por Estados Unidos. Primeros problemas graves de salud, a continuación, en este caso de corazón. En 1936 publicación de su primer libro de poemas El Contracielo. EL MONTE ANÁLOGO (editorial Atalanta) O La Montaña análoga, según la antigua traducción de la editorial Alfaguara. Hay pues que despojarse de todo. Esta necesidad tan puesta de manifiesto en el libro, sugiere varias cosas. [Francisco G.

La noche boca arriba - Julio Cortázar A mitad del largo zaguán del hotel pensó que debía ser tarde y se apuró a salir a la calle y sacar la motocicleta del rincón donde el portero de al lado le permitía guardarla. En la joyería de la esquina vio que eran las nueve menos diez; llegaría con tiempo sobrado adonde iba. El sol se filtraba entre los altos edificios del centro, y él -porque para sí mismo, para ir pensando, no tenía nombre- montó en la máquina saboreando el paseo. Dejó pasar los ministerios (el rosa, el blanco) y la serie de comercios con brillantes vitrinas de la calle Central. Volvió bruscamente del desmayo. La ambulancia policial llegó a los cinco minutos, y lo subieron a una camilla blanda donde pudo tenderse a gusto. Lo llevaron a la sala de radio, y veinte minutos después, con la placa todavía húmeda puesta sobre el pecho como una lápida negra, pasó a la sala de operaciones. Como sueño era curioso porque estaba lleno de olores y él nunca soñaba olores. -Es la fiebre -dijo el de la cama de al lado-.

W.Gombrowicz. Diario (1953-1969) Witold Gombrowicz nació en Polonia en 1904 y murió en Francia en 1969, fue un escritor enraizado en su país y que pasó por un largo exilio, parte del cual se dio en Argentina (de 1939 hasta 1963). Este libro autobiográfico recoge sus impresiones desde 1953 hasta poco antes de su muerte. En realidad no es un propiamente un “diario” tal como estamos acostumbrados. Las peculiaridades del vida de Gombrowicz y su obra pueden leerse en cualquiera de los diferentes artículos que sobre él existen en la Red, por lo que me concentraré en su libro tal como puedo yo apreciarlo. Es un libro extenso, sus más de ochocientas páginas no se leen de un tirón, y además no creo que fuera bueno hacerlo, ya que al poco tiempo se nos instalaría una monotonía que haría muy dificultosa su lectura atenta. Muchas de las reflexiones de este escritor siguen teniendo una triste vigencia; allí radica, según lo veo, la importancia de este extenso y a veces difícil (por sus referencias nacionales) texto.

Arthur Rimbaud Arthur Rimbaud Editorial - por Hernán Isnardi. Cronología de Rimbaud Textos De Rimbaud (Versiones Completas) Une Saison en enfer - Arthur Rimbaud (Francés) Una Temporada en el Infierno (Versión I) - Arthur Rimbaud (Español) Una Temporada en el Infierno (Versión de R. Iluminations - Arthur Rimbaud (Francés) Iluminaciones - (Versión I) - Arthur Rimbaud Iluminaciones - (Versión de R. Cartas del vidente (Versión de R. Textos Sobre Rimbaud Notas a "Una temporada en el infierno" - Por Ramón Buenaventura Notas a "Iluminaciones" - Por Ramón Buenaventura Rimbaud: Un Volcán de "MUSICA ATONAL" en Busca de lo Desconocido. Surrealismo - Por Sara Cameron De RIMBAUD / Sobre RIMBAUD. Album de Fotos de RIMBAUD

Yo aquí sólo soy el perro Jutta Richter Ilustraciones de Hildegard Müller Salamanca: Lóguez, 2012 La prosa de Jutta Richter, al igual que la de otros autores que guardamos en nuestro cajón de favoritos, es lúcida y sorprendente. Por eso nos parece tan cautivadora. Mientras otros autores nos atrapan con la intriga, una trama elaborada o una ambientación lograda, otros nos tienen pegados a la página esperando la próxima frase lúcida, inteligente e incisiva. Como lectores, es un placer encontrar autores así, con un estilo literario peculiar, que destaquen por su manera de decir las cosas, por su uso del lenguaje. En este libro, mediante el siempre efectivo método de la extrañeza, Ricther se mete en la piel de un perro pastor que vive con una familia alemana, muy lejos de los rebaños de ovejas de su Hungría natal y de las actividades propias de un animal de esta raza. Un libro que nos permite saborear cada palabra, y que nos invita a mirar el mundo que habitamos desde otro lugar.

“Carta a los directores de asilos de locos”, de Antonin Artaud Señores: Las leyes, las costumbres, les conceden el derecho de medir el espíritu. Esta jurisdicción soberana y terrible, ustedes la ejercen con su entendimiento. No nos hagan reír. La credulidad de los pueblos civilizados, de los especialistas, de los gobernantes, reviste a la psiquiatría de inexplicables luces sobrenaturales. La profesión que ustedes ejercen está juzgada de antemano. No nos sorprende ver hasta qué punto ustedes están por debajo de una tarea para la que sólo hay muy pocos predestinados. ¡Y qué encarcelamiento! No nos referimos aquí a las internaciones arbitrarias, para evitarles la molestia de un fácil desmentido. Sin insistir en el carácter verdaderamente genial de las manifestaciones de ciertos locos, en la medida de nuestra aptitud para estimarlas, afirmamos la legitimidad absoluta de su concepción de la realidad y de todos los actos que de ella se derivan.

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