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Viva la pelota - Cuento "La Abeja Haragana"

Viva la pelota - Cuento "La Abeja Haragana"

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1231 - Nace Horacio Quiroga Caricatura de Horacio Quiroga, publicada en el diario argentino "LA NACIÓN" en 1922.(Fuente: Wikipedia) Horacio Quiroga nació el 31 de diciembre de 1878 en el departamento de Salto. La Gallina Degollada de Horacio Quiroga (texto completo) Todo el día, sentados en el patio en un banco, estaban los cuatrohijos idiotas del matrimonio Mazzini-Ferraz. Tenían la lengua entrelos labios, los ojos estúpidos, y volvían la cabeza con laboca abierta. El patio era de tierra, cerrado al oeste por un cerco de ladrillos. Elbanco quedaba paralelo a él, a cinco metros, y allí se manteníaninmóviles, fijos los ojos en los ladrillos.

El potro salvaje - Horacio Quiroga Era un caballo, un joven potro de corazón ardiente, que llegó del desierto a la ciudad, a vivir del espectáculo de su velocidad. Ver correr aquel animal era, en efecto, un espectáculo considerable. Corría con la crin al viento y el viento en sus dilatadas narices. Corría, se estiraba; y se estiraba más aún, y el redoble de sus cascos en la tierra no se podía medir. Corría sin regla ni medida, en cualquier dirección del desierto y a cualquier hora del día. Inicio Horacio Quiroga Inicio Propósitos Quiroga Cuentista

La Muerte De Isolda de Horacio Quiroga (texto completo) Concluía el primer acto de _Tristán e Isolda_. Cansado de la agitaciónde ese día, me quedé en mi butaca, muy contento con la falta devecinos. Volví la cabeza a la sala, y detuve en seguida los ojos en unpalco balcón. Evidentemente, un matrimonio. El, un marido cualquiera, y tal vez porsu mercantil vulgaridad y la diferencia de año con su mujer, menos quecualquiera. Ella, joven, pálida, con una de esas profundas bellezasque más que en el rostro, aún bien hermoso, están en la perfectasolidaridad de mirada, boca, cuello, modo de entrecerrar los ojos.Era, sobre todo, una belleza para hombres, sin ser en lo más mínimoprovocativa; y esto es precisamente lo que no entenderán nuncalas mujeres.

El hombre muerto - Horacio Quiroga - Ciudad Seva - Luis López Nieves El hombre y su machete acababan de limpiar la quinta calle del bananal. Faltábanles aún dos calles; pero como en éstas abundaban las chircas y malvas silvestres, la tarea que tenían por delante era muy poca cosa. El hombre echó, en consecuencia, una mirada satisfecha a los arbustos rozados y cruzó el alambrado para tenderse un rato en la gramilla. Mas al bajar el alambre de púa y pasar el cuerpo, su pie izquierdo resbaló sobre un trozo de corteza desprendida del poste, a tiempo que el machete se le escapaba de la mano. Mientras caía, el hombre tuvo la impresión sumamente lejana de no ver el machete de plano en el suelo.

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